En su "Imaginary Worlds", Lin Carter habla de las cualidades que un autor debe tener en cuenta a la hora de crear mundos fantásticos. No basta con inventar nombres exóticos ( aunque los nombres, la música de las palabras, no son un aspecto menor), sino dotar a ese mundo de rasgos distintivos, peculiares, que lo hagan único y creíble. Rasgos que pueden referirse a la arquitectura, la vestimenta, el moblaje, la decoración, el culto, etc. Los romanos tenían sus águilas y sus lobas: los Maralha también tenían que tener sus animales totémicos. Hubiera pecado de obvio si hubiese escogido serpientes, o arañas, o cualquier otro animal siniestro que de alguna manera identificase a este pueblo también siniestro. Por eso opté por bestias que no fueran tan obvias, que de manera tangencial y misteriosa aludieran a este pueblo enigmático. De ahí que escogiera los tapires, otros proboscideos inspirados en animales prehistóricos, y los gigantescos baluquiterios del Oligoceno. También las imágenes de sus espiritus tutelares son ominosas y espectrales, inspiradas en el vudú, el culto mexicano de los muertos y la iconografía fúnebre de los egipcios.
In his "Imaginary Worlds", Lin Carter writes about the traits an author must bear in mind when making fantastic worlds. Exotic names are not enough ( though the music and euphony of coined words is no small matter); that world must have distinctive, peculiar features, so as to be unique and credible. Thus, atention must be paid to its architecture, clothing, furniture, ornamentation, religion, etc. The Romans had their eagles and she-wolves: the Maralha must have their totemic animals too. Snakes, spiders, or any other sinister beast would have been the obvious choice, and so they had to be discarded. That is why I turned to animals less obvious, but that would somehow suit these people' s aura of mystery and strangeness. Tapirs, proboscideans based on prehistoric beasts, and the gigantic baluchiteriums of the Oligocene. The images of their tutelary spirits are ominous and spectral, inspired by voodoo iconography, the Mexican cult of the dead, and Egyptian funeral symbology.
Me encantaron todas estas criaturas. A demás, hace mucho que no veía conviviento tantas culturas diferentes con sus elementos decorativos y arquitecturas. Bizancio, Mexico, Klimt,Lewis Caroll, Goya, Lovecraft,Rusia, Miscenas, El Mangwa,Gorey, Los queridos bichos prehistóricos de Burian, Submarino Amarillo...
ResponderEliminar...y las stupid, stupid Rat Creatures!
Genial.
Las veo, tus páginas, y me pongo a dibujar; con las manos o con la cabeza, pero a dibujar con ganas. Me gusta, esto quizás ya lo dije, esa cualidad en un artista: que al verlo me entren unas ganas incontenibles de dibujar.
ResponderEliminarAl Dr. Johnson lo haría pateando una piedra, quizás, cabrón. O tierno, solo, pobre y leyendo.
Veremos.
Abrazo!
FER
Y me encanta eso que decís de los animales totémicos. Yo en el primer arco de Altavista, que es un mundo fantástico aunque no lo parezca, usé a los elefantes. Y al final de la serie ya tenían un peso casi religioso y tremendo en las historias y para mí.
ResponderEliminarNo leí ese libro de Carter, era el autor de Thongor? Del que algo leí, me aburría un poco, pero me gustaba la idea de máquinas a la DaVinci en un mundo a la Conan.
Julián, es verdad lo que señalás. No había reparado en algunas de las influencias que mencionás en esta obra en particular, pero te referís a autores y culturas que siempre me han interesado. Por eso no me asombra si se asoman aquí y allá, aunque no me de cuenta.
ResponderEliminarFernando: Sí, el autor al que me refiero es el mismo que escribió la saga de Thongor de Lemuria y muchas otras novelas de espada y brujería, además de ser el encargado, junto a Sprague de Camp, de escribir muchas historias de Conan. Tenés razón lo que decís sobre Thongor: estaba evidentemente basado en Conan, pero la Lemuria en la que se desarollaban sus aventuras tenía lo suyo, y particularmente los extraños artefactos voladores "a lo Da Vinci" de los que hablás. Carter tiene el mérito de ser uno de los principales promotores de la literatura fantástica a principios de los '70, con la colección que el dirigió para Ballantine Books. Bajo el sello de "Adult Fantasy", que figuraba una cabeza de unicornio, trajo de vuelta a la atención del público escritores como Dunsany, Eddison, Bok, Ashton Smith, Lindsay, etc. Su ensayo crítico "Imaginary Worlds", editado también por Ballantine, es sumamente ameno y revelador.
¿Algo de Francis Bacon en esas criaturas de la cuarta página, puede ser?
ResponderEliminar¿Francis Bacon, Berliac? Al menos no concientemente. Es un poco como dije antes: la forma en que todo lo que hemos visto y guardamos en algún rincón de nuestra memoria sale a la superficie es impredecible y misteriosa. Y qué bueno es que no podamos explicar con matemática precisión todas las operaciones de la imaginación: dejemos algunas zonas del mapamundi alejadas de los cartógrafos, para que podamos escribir en ellas: "Aquí hay dragones".
ResponderEliminarSí, esa criatura de largo cuello me recordaba enormemente a este cuadro de Bacon:
ResponderEliminarhttp://scrapbook.citizen-citizen.com/photos/uncategorized/francisbacon.jpg
¿O no que se parecen? Y bueno, no me pareció tirado de los pelos el que le hayas rendido homenaje.
Estoy de acuerdo con la información residual que queda en nuestra memoria, y cuanto más percibe uno (y más aprehende, más moldea lo que se denomina "gusto"), más rebalsa la mente, más buscan esas imágenes en apariencia inconexa encontrar una vía de escape, que en el caso de los artistas es el papel, melodías, lienzos, y demás soportes.
Mejor expresado imposible, don Berliac.
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